Contemplo hoy el mundo donde vivo, contemplo
murallas erigidas sobre la Libertad
como piélagos crípticos.
Y el hombre sumergido bajo su propio odio.
Y el miedo como medio...
Sin embargo qué fácil, qué sencillo sería,
atraer madrugadas
con un cielo imposible; repoblar las ideas
con astillas candentes;
o matar al tirano con un corte de manga...
Bastaría con uno,
o con dos o tres hombres,
que olvidasen el tedio de la vida inconsciente.
Bastaría un berrido que aturdiese a la muerte.
Bastaría el deseo...
Contemplo, en fin, el mundo
donde habito. Contemplo
la vida quieta; el tiempo como una foto fija.
Sin embargo qué bello, qué valioso sería,
dentro de lo probable, perseguir lo imposible.
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