(Para V.)
En tu jardín de dudas,
con mi certeza fieramente humana,
reclinado ante ti,
dejándome mecer por tu mirada.
En tu llanura azul,
navegando feliz por la espesura
de tu cautivo mar,
del océano añil de mi cordura.
En tu casa encantada,
desnudando silencios con los labios
y tejiendo madejas
de recuerdos vividos con las manos.
En tu interior oscuro,
tratando de alumbrar con mis palabras
el ovillo de miedos
que, como enredaderas, te atenazan.
En tu cuerpo desnudo,
tratando de mostrarte que mi abrazo
no es una cárcel de oro
sino la esencia de mi amor exacto.